Muchas agrupaciones carnavalescas, tanto chirigoteras como comparsistas, han dedicado a lo largo de la historia del Carnaval muchos pasodobles a las mujeres víctimas de la violencia doméstica, esas mujeres que son maltratadas a diario por un ser que se hace llamar hombre y que demuestra todo lo contrario. Un ser con el que puede la cobardía y la impotencia de no poder ser de otro modo y que todo lo paga con su compañera, la que más amor le ha dado y de la que sólo ha recibido cosas buenas. La que le ha dado sus hijos, la que un día le regaló una sonrisa y un beso y a la que hoy sólo vé como a una esclava. Mujeres que no se atreven a denunciar porque piensan que lo que vendrá después será peor. La historia de este pasodoble termina de otra manera. Para quién no lo haya escuchado, aquí está, y para quien sí, también. Su autor, Martínez Ares, que se adjudicó el primer premio de 1998 con esta comparsa, Los Piratas.
Con permiso buenas tardes,
vengo pa que me detenga.
Qué cansá, voy a sentarme
pues verá voy a explicarle
la historia de un sinvergüenza.
Lo quería con locura,
toa mi vía se la di,
pero el sólo buscaba
una criada, una esclava,
una mujer para parir.
Siempre decía que tenía una quería,
una duquesa para él.
Qué le gustaba llegar
por la madrugada
pa tenernos a su merced.
Y lo he matao,
a mi Juan yo lo he matao
por haberme maltratao,
por sentirme una perra,
por hacerme una vieja
con cuarenta y pocos años.
Y lo he matao, a mi Juan
yo lo he matao
y en mi alcoba lo he dejao
con mi llanto en sus labios.
Justicia no pido yo,
que conmigo no la ha habido.
¿Quién me paga este dolor
y la pena de mis hijos?
Así que ya sabe usted,
haga lo que haya que hacer.
Póngame una soga al cuello,
porque por primera vez,
no tengo, no tengo miedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario